domingo, 20 de junio de 2021

El ZAGUÁN (II)

Acto 1

Las ventanas planas

Entrar en la celdilla, es asumir riesgos impredecibles porque se queda a merced de la intemperie y amputado a cualquier posibilidad de defensa. Los peligros son opcionales sin derecho a réplica ni acuse de recibo; lo bueno, para regocijo del expectante y de los finales contabilizados, es que se develan de antemano las probables amenazas; entre ellas encontramos con variaciones y desniveles entre sí: los azares del clima, el ataque de las bestias o el parto de una nueva colmena.

En honor a conquistar la nueva colmena, reingreso a pulular en las celdillas de las ventanas planas; de antemano extiendo mis excusas si mis líneas agravian, se mal interprete y más allá de alguna disputa banal, solo me ceño al debate dialéctico y productivo, independientemente que mis menesteres aborden temas domésticos. Aprovecho también, para disculparme si la estética que me acompaña en estas líneas no se adapta a la reinante vulgarización que estableció la dictadura en nuestros tiempos y que el populismo revisionista universalizara. Como bálsamo a los agobiantes panfletos, me postrare en los golpes continuados del tiempo y a la desfachatez de las abreviaturas equilibrantes.  

La versatilidad de nuestra especie para adaptarse a los más agrestes climas me da el valor de regresar a la jungla de los paisajes planos, no para sucumbir en las tentaciones del engranaje corporativo del letargo idiotizador de la caza, la pesca y la recolección de informaciones; sino más bien, para acometer la odiosa labor de desnudar las contradicciones camufladas. Será este, la necedad de continuar labrando la lucha por el hombre nuevo, el reino de las utopías, la conquista de un mundo mejor y la plegaria de una legitima resistencia a los apologistas del fin de la historia. De los detractores no me preocupan, aunque sigan manoseando los conceptos; de los lastimeros que se ocupen los sepultureros. En este espectáculo todos somos actores sin privativa de admisión.  

 

Date un salto y quiebra la pecera…

Reynaldo J. Cortés G.

miércoles, 16 de junio de 2021

 El ZAGUÁN (I)

Hay zaguanes de todos los tamaños y gustos; los hay versátiles y rigurosos, anchos, altos, angostos y bajos; feos y bonitos; de vivos mosaicos o fúnebres colores; se consiguen con paredes de bahareque o muy bien frisados; sin techos o con terraza de concreto; de entrada o salida los hay con muros o sencillas ventanas; con piso de tierra o de finos porcelanatos; hay zaguanes bien iluminados y otros en plena penumbra; los hay bien adornados y otros con miseros trastes; los hay en físico o en espacios imaginarios –pero los hay– y más en estos tiempos de complejidades intrínsecas. A la postre todos son zaguanes, diversificados por la estética de sus ocupantes.

El zaguán es el espacio intermedio entre lo exterior y lo interior, podría ser también una especie de umbral entre lo viejo y lo nuevo, una estación estática de encrucijadas acreditadas o desconocidas y dentro de su ambigüedad taciturna no hay coordenadas, no hay norte ni oeste, sur o este.   

            En ese túnel inédito hay de todas las especies –tantas– pero iguales, que cada es una entre todas. Lo extravagante es que la fauna sobrevive en un ecosistema apocalíptico recreado con la comedia de un narcisismo sin escrúpulos, la fanfarrea de trasvestis de la política y la resistencia de una legión de cándidas siluetas.    

Date un salto y quiebra la pecera…

Reynaldo J. Cortés G.

#ProsasEnajenadas (17/03/2024)

"Pude quemar los barcos al llegar a los muelles; pero la luna plateada me deslumbró las pupilas cansadas; a la postre termine contempla...