viernes, 11 de noviembre de 2016

LA AGRICULTURA URBANA VS EL CAMPO EN RUINAS

La producción domestica y artesanal de rublos alimenticios en la población urbana, como política económica de Estado, además de ser una desfachatez no se justifica mientras extensiones de tierras productivas en nuestro país se encuentran en total abandono y mucho menos en un siglo XXI donde el desarrollado científico-tecnológico ha registrado con notables avances cualitativos y cuantitativos en este sector. 
En rasgos generales es pertinente abordar algunos contenidos, que nos permitan esclarecer una visión global del equívoco de la propuesta de la producción urbana de un gobierno que perdió toda seriedad.
Es responsabilidad de un Estado soberano desarrollar políticas de incentivo financiero, distribución eficiente y protección legislativa para el sector nacional agropecuario y sus industriales afines, en función de garantizar la demanda de productos alimenticios al consumo interno e incluso promueva la exportación de los rublos excedentes. Así mismo, es responsabilidad de un Estado soberano diversificar la economía para garantizar la seguridad agroalimentaria de sus nacionales para deslastrarse de cualquier dependencia extranjera. 
Sin embargo, los hechos, son diametralmente opuesto, el régimen Chávez-Maduro en los últimos 18 años lo que han venido haciendo es cumplir cabalmente las políticas neoliberales, de convertir a Venezuela dentro de la división internacional del trabajo, en un simple país mono-productor de materia prima fusil y mineral, destruyendo así el resto del parque industrial nacional, con el fin de facilitar una economía de puerto libre en condiciones desigual, que solo beneficia al capital financiero internacional, a los países proveedores y a las mafias nativas que han tenido oportunidades de hacer negocios con el dinero público mediante las importaciones.
Elementos estos que hacen de Venezuela un país materialmente más dependiente y neocolonial, en todo caso, la importación de productos alimenticios debe orientarse a cubrir deficiencia de la producción nacional o rublos que no se producen en el país por condiciones climáticas y no por la importación del 90 o/o de lo que comemos.
La francachela que han realizado los personeros del régimen sobre el tesoro nacional, unido a la caída de los precios del crudo inevitablemente le dio un zarpazo a la Balanza de pago, originado esta, un inminente freno en las importaciones lo que desencadenaría el actual desabastecimiento por la que atraviesa la sociedad venezolana y que el gobierno ha tratado de suplir con el incremento de la deuda externa por medio de empréstitos otorgados por los nuevos socios imperiales.
 Volviendo al temazo, de la producción domestica y artesanal en los hogares urbanos, se debe señalar, que esto no es un invento novedoso que se le ocurrió al régimen, (a excepción de la estructuración de un cuerpo burocrático para atender semejante aberración), por el contrario, esta práctica deviene y tiene sus cimientos en la Venezuela agropecuaria, en las ciudades de hoy, el viejo conuco rural degenera en conucos urbanos ante el avance del aumento poblacional y urbanístico ocasionado por la era petrolera y el avance del capital industrial, y estas estaban constituidas por muy pequeñas porciones de tierras, en su mayoría aisladas del centro de la ciudad y con limitaciones legales sobre todo en la tenencia de animales no domésticos tradicionales, el inevitable desarrollo de las urbe destierra definitivamente el conuco como unidad de producción para el autoabastecimiento familiar de las ciudades, dejando solo vestigios en las comunidades periféricas o pueblos dormitorio de las metrópolis con una práctica menguada por el tiempo que deja la dinámica laboral en la que están inversas la familia urbana. Lo que fue una vez el conuco urbano quedo transformado en reducidos espacios para la creación de jardines ornamentales y materos dejándose colar de manera aislada una que otra planta frutal, de verduras u hortalizas en un afán de matar el despecho de las raíces culturales del conuco ya extinto. 
la producción agropecuaria urbana es una falacia, un iniciativa jalado por los cabellos, en tanto que los servicios públicos en las ciudades son deficientes, no es un secreto que el suministro de agua potable, la salud, el aseo urbano, la energía eléctrica, el drenaje de las aguas servidas son una verdadera catástrofe, por lo que vale preguntarse con qué agua pretende el gobierno que la gente mantenga las plantaciones y animales, con qué sistema sanitario pretende el gobierno asistir a las personas enfermas al ingerir alimentos cosechados en una ciudad contaminada con gases tóxicos, basura y aguas residuales o ante posibles epidemias por agentes patógenos que producen los animales y sus excretas. Con qué sistema de aseo urbano pretende el gobierno recoger la producción natural de excreta de sus tan cacareado gallineros verticales. Sin duda que habrá una sola respuesta, con nada porque nada funciona. 

De tal forma que la promisión del gobierno de la producción agropecuaria domestica o urbana, es parte del circo mediático para seguir generando esperanzas de progreso, es una trampa para atrapar incautos, un discurso casa bobos dentro de una sociedad desesperada por el desabastecimiento de alimentos, es quizás también una oportunidad de las mafias del régimen de hacer algunos negocios, y sobre todo es la clara intensión del gobierno de Maduro, de no hacer el mínimo esfuerzo por reactivar la producción masiva en el campo, condenado así, a los venezolanos a la merced de comer lo que produzcan sus patios o materos. Semejante irresponsabilidad merece un contundente rechazo.
                                                                                                                Reynaldo J. Cortés G.

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