La
producción domestica y artesanal de rublos alimenticios en la población urbana,
como política económica de Estado, además de ser una desfachatez no se
justifica mientras extensiones de tierras productivas en nuestro país se
encuentran en total abandono y mucho menos en un siglo XXI donde el
desarrollado científico-tecnológico ha registrado con notables avances
cualitativos y cuantitativos en este sector.
En rasgos generales es pertinente abordar
algunos contenidos, que nos permitan esclarecer una visión global del equívoco
de la propuesta de la producción urbana de un gobierno que perdió toda
seriedad.
Es
responsabilidad de un Estado soberano desarrollar políticas de incentivo
financiero, distribución eficiente y protección legislativa para el sector
nacional agropecuario y sus industriales afines, en función de garantizar la
demanda de productos alimenticios al consumo interno e incluso promueva la
exportación de los rublos excedentes. Así mismo, es responsabilidad de un
Estado soberano diversificar la economía para garantizar la seguridad
agroalimentaria de sus nacionales para deslastrarse de cualquier dependencia
extranjera.
Sin
embargo, los hechos, son diametralmente opuesto, el régimen Chávez-Maduro en
los últimos 18 años lo que han venido haciendo es cumplir cabalmente las
políticas neoliberales, de convertir a Venezuela dentro de la división
internacional del trabajo, en un simple país mono-productor de materia prima
fusil y mineral, destruyendo así el resto del parque industrial nacional, con
el fin de facilitar una economía de puerto libre en condiciones desigual, que
solo beneficia al capital financiero internacional, a los países proveedores y
a las mafias nativas que han tenido oportunidades de hacer negocios con el
dinero público mediante las importaciones.
Elementos
estos que hacen de Venezuela un país materialmente más dependiente y
neocolonial, en todo caso, la importación de productos alimenticios debe
orientarse a cubrir deficiencia de la producción nacional o rublos que no se
producen en el país por condiciones climáticas y no por la importación del 90
o/o de lo que comemos.
La
francachela que han realizado los personeros del régimen sobre el tesoro
nacional, unido a la caída de los precios del crudo inevitablemente le dio un
zarpazo a la Balanza de pago, originado esta, un inminente freno en las
importaciones lo que desencadenaría el actual desabastecimiento por la que atraviesa
la sociedad venezolana y que el gobierno ha tratado de suplir con el incremento
de la deuda externa por medio de empréstitos otorgados por los nuevos socios
imperiales.
Volviendo al temazo, de la producción
domestica y artesanal en los hogares urbanos, se debe señalar, que esto no es
un invento novedoso que se le ocurrió al régimen, (a excepción de la estructuración
de un cuerpo burocrático para atender semejante aberración), por el contrario,
esta práctica deviene y tiene sus cimientos en la Venezuela agropecuaria, en
las ciudades de hoy, el viejo conuco rural degenera en conucos urbanos ante el
avance del aumento poblacional y urbanístico ocasionado por la era petrolera y
el avance del capital industrial, y estas estaban constituidas por muy pequeñas
porciones de tierras, en su mayoría aisladas del centro de la ciudad y con
limitaciones legales sobre todo en la tenencia de animales no domésticos
tradicionales, el inevitable desarrollo de las urbe destierra definitivamente
el conuco como unidad de producción para el autoabastecimiento familiar de las
ciudades, dejando solo vestigios en las comunidades periféricas o pueblos
dormitorio de las metrópolis con una práctica menguada por el tiempo que deja
la dinámica laboral en la que están inversas la familia urbana. Lo que fue una
vez el conuco urbano quedo transformado en reducidos espacios para la creación
de jardines ornamentales y materos dejándose colar de manera aislada una que
otra planta frutal, de verduras u hortalizas en un afán de matar el despecho de
las raíces culturales del conuco ya extinto.
la
producción agropecuaria urbana es una falacia, un iniciativa jalado por los
cabellos, en tanto que los servicios públicos en las ciudades son deficientes,
no es un secreto que el suministro de agua potable, la salud, el aseo urbano,
la energía eléctrica, el drenaje de las aguas servidas son una verdadera
catástrofe, por lo que vale preguntarse con qué agua pretende el gobierno que
la gente mantenga las plantaciones y animales, con qué sistema sanitario
pretende el gobierno asistir a las personas enfermas al ingerir alimentos
cosechados en una ciudad contaminada con gases tóxicos, basura y aguas
residuales o ante posibles epidemias por agentes patógenos que producen los
animales y sus excretas. Con qué sistema de aseo urbano pretende el gobierno
recoger la producción natural de excreta de sus tan cacareado gallineros
verticales. Sin duda que habrá una sola respuesta, con nada porque nada
funciona.
De
tal forma que la promisión del gobierno de la producción agropecuaria domestica
o urbana, es parte del circo mediático para seguir generando esperanzas de
progreso, es una trampa para atrapar incautos, un discurso casa bobos dentro de
una sociedad desesperada por el desabastecimiento de alimentos, es quizás
también una oportunidad de las mafias del régimen de hacer algunos negocios, y
sobre todo es la clara intensión del gobierno de Maduro, de no hacer el mínimo
esfuerzo por reactivar la producción masiva en el campo, condenado así, a los
venezolanos a la merced de comer lo que produzcan sus patios o materos.
Semejante irresponsabilidad merece un contundente rechazo.
Reynaldo J. Cortés G.
Reynaldo J. Cortés G.
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