Ni políticos, ni dirigentes sociales
se han trazado la tarea de librar una lucha contra uno de los males que
inquietan a las grandes masas de ciudadanos: el HAMBRE, que sufren a diario los
venezolanos y sobre todo los más vulnerables, nuestra infancia. Esta realidad
se ha quedado en la retórica populista de mensajes vacíos dentro de un discurso
de elocuentes oradores en marchas y asambleas, pero todo queda hasta ahí, entre
tanto, contingentes de vecinos siguen subyugados al engranaje corporativo,
domesticador y represivo del programa CLAP.
La lucha contra la dictadura es disímil, desde mi
perspectiva, todas las formas y modalidades quedan abiertas a la hora de
promover la acción ciudadana, por lo que encasquillarse en el marchismo atrofia
la salida de este gobierno hambreador al mediano plazo. Si algo tenemos claro,
es el actual nivel de conciencia política que tienen las masas, a la hora de
identificar el responsable y las soluciones de los problemas domésticos; es
decir, todos los problemas de los servicios públicos y de desabastecimiento
alimentario, etc. Lo centran en la ineficiencia del dictador, y claro tienen
también, de que solo la caída de ella abriría pasos a la reconstrucción
nacional y a la recuperación social.
El CLAP no es un favor del régimen, es una obligación del
Estado usurpador ante la destrucción sistemática que durante 20 años ha
propiciado al aparato productivo del país, por otro lado, el supuesto beneficio
alimentario, no responde a una ayuda gratuita y humanitaria al pueblo, sino a un
negocio de las mafias gubernamentales, que responde a los vaivenes de la oferta
y la demanda, así como a la discriminación desacertada de categorías de clases
sociales. De agregado, diáfano queda, que ha servido eficientemente como instrumento
de dominación y represión social.
Considerando estos elementos, le corresponde a la dirección
política democrática, afinar los planes de acción en este escenario, para
desplegar una ofensiva contra el régimen del hambre, sustentado sobre una
agenda de lucha de agitación y protesta, que se resume en cuatro puntos en lo
inmediato:
1.
Exigir la Estandarización y Congelación de los
precios del programa de forma concertada con los ciudadanos.
2.
Exigir Garantías de la calidad de los productos
que se ofertan.
3.
Exigir la fijación y puntualidad en la entrega
de los productos.
4.
Los mecanismos de contraloría y resolución de
problemas debe ser la protesta organizada de los vecinos ante los responsables
inmediatos.
Con esta plataforma de lucha solo queda articular todos los
Comités de Ayuda y Libertad, los Comités por la Democracia y el Bienestar
Social y los Consejos Comunales no alineados al régimen, para la acción
inmediata y disponerse a la lucha sin ninguna ambigüedad.
CONTRA LA DICTADURA DEL HAMBRE, ORGANIZACIÓN Y LUCHA…
Reynaldo J. Cortés G.
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