lunes, 17 de septiembre de 2018

Buscando a Heráclito Breves reflexiones (Fragmento IV)


La burocracia ineficiente e ineficaz nos arropa, vivir el calvario y peregrinación del SAIME en la despedazada Caracas, permite escribir una novela o a lo sumo un cuento, a esos menesteres lo trataremos más tarde, o dejaremos a otros que se encarguen de esa tarea. Pero alguien tendrá que hacerlo.
Resulta paradójico que una institución como el SAIME, tenga tantas oficinas y funcionarios desimanados en la geografía nacional, y a la final, el claustro del SAIME de Caracas, sea la instancia que puede resolver la emisión de pasaportes a todos los nacionales y extranjeros. De esta realidad surgen algunas interrogantes, ¿Qué función cumplen las oficinas regionales del SAIME?, ¿Qué rentabilidad tiene desembolsar dinero público para pagar a funcionarios y mantener instalaciones que no cumplen ninguna efectividad?, presumo dadas las características del régimen, que estas oficinescas son parte del engranaje corporativo del clientelismo político de la dictadura.    
Incursionar en el SAIME de Caracas es una odisea, una experiencia enriquecedora de vivencias, un entrenamiento para cómo superar los entuertos de la burocracia, un pesar que jamás podría ser olvidado. El drama comienza con la decepción de una respuesta negativa de la oficina natural de la región, esa es la primera arrechera, luego viene el plan de ir a la gran capital a resolver el lio, contactar familiares o amigos que puedan recibirlos, reunir unos churupitos, alistar una lonchera exprés para abaratar costos, conseguir efectivo, sortear que haya autobús, preparar el equipaje con artículos que superen la intemperie, foliar todos los papeles exigidos, más otros por si acaso. Al llegar el día, te lagrimean los ojos al ver la mega cola con una gama de gentilicios, dialectos, raza y géneros apostadas a la torre de babel, gente sentada, acostada, desaliñada, es trasnochada, hambreada que esperan ser atendidos después de pernotar en el lugar dos noches y dos días, sin exagerar, pueden ser hasta mas. El mayor reto de esa muchedumbre, es dónde descargar sus necesidades fisiológicas, pues los infames del SAIME o el ayuntamiento no se les ocurren habilitar algunos baños itinerantes para brindar un gesto de humanidad y garantizar la limpieza del lugar. La multitud se organiza, se alistan en nominas improvisadas para llevar el orden que a cada quien le corresponde.
 De desayuno un pila de gendarmes que desde muy temprano ladran, jefean y humillan, pero nunca saben nada, los pusilánimes a lo menos, sueltan sus lagrimas otros se encolerizan. Empieza la procesión; primera estación, pasar la cinta externa, chequeo de documentos. Si sales no entras. No pues llevar playeras ni pantalones rotos, así sea los únicos que tengas. Segunda estación, cruzar los torniquetes, división de las gestiones, nuevamente chequeo de documentos. Tercera estación, esperar ser atendido. En ese trajín haces amigos, te comes algo, chisteas o haces cualquier otra cosa que mate el ocio.
Esto es solo una ilustración del drama, ojala a alguien se le ocurra producir un cortometraje de tan indígnate situación por la pasan los venezolanos, mientras tanto seguiremos pagándole a funcionarios de la oficinas regionales del SAIME para que hagan nada o muy poco. Por lo pronto, el agite me dejan sin palabras…  
Reynaldo J. Cortes G.
(“El carácter de un hombre es su destino Heráclito)

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